Marta Romero Salgado
El escritor italiano Umberto Eco (5 de enero de 1932) se consagró como narrador gracias a la novela "El nombre de la rosa" (escrita en 1980). Esta obra fue galardonada con el premio Strega, máximo galardón literario de Italia, ocho meses después de ver la luz. Además ha sido traducida a 47 idiomas y ha servido de inspiración al cineasta francés Jean-Jacques Annaud quien llevó la obra a las pantallas del cine en el año 1986.
En el intento de explicar las grandes diferencias entre la película y el libro El nombre de la rosa de Umberto Eco he de decir que la mayor diferencia entre uno y otro es el detalle. Así como un bien documentado Umberto Eco nos revela miles de detalles de la Iglesia de la Edad Media: las diferencias entre las diferentes ramas, las costumbres y obligaciones de los monjes, las técnicas utilizadas para transcribir libros,… La película se centra en representar los numerosos asesinatos ocurridos en la abadía. De manera que mientras el libro es una rica fuente histórica, y no solo una novela, la película es una historia policíaca que pasa de puntillas por muchísimos detalles que un lector del libro de Eco echa en falta.
Leyendo este libro uno aprende las fases que completaban los monjes a la hora de crear una copia de un libro, por ejemplo. A Umberto Eco no se le escapo una. Nos revela miles de detalles: las numerosas ventajas que tenía el scriptorium para ver mejor, nos presenta las gafas como un invento moderno para la época, el lenguaje de gestos utilizado por los monjes por el voto de silencio que estaban obligados a cumplir… Eco, empeñado en crear un producto realista utiliza, incluso, los nombre de personajes reales como el del inquisidor Bernardo Gui.
Pero si algo dejan claro ambos productos, tanto el libro como la película, es el poder que tiene y ha tenido la Iglesia. Ese poder se representa no solo por el majestuoso edificio de la abadía, o por su magnífica localización, sino por los innumerables libros que guarda recelosa en la biblioteca.
La Iglesia era tal y como plasma la historia de Eco, llevada al cine por Jean-Jacques Annaud, la propietaria de miles de libros, de miles de conocimientos. Guardaba recelosa todos ellos fueran consideradas obras heréticas o no. Esto muestra el temor de la Iglesia porque la gente fuera sabia y pudiera poner en duda la palabra de Dios. Por aquella época el nivel educativo de la sociedad era prácticamente nulo. Solo las grandes esferas sabía leer de manera que el pueblo llano conocía únicamente aquello que se le contaba y los párrocos eran altavoces que difundían por todo el mundo el mensaje que le interesaba a la iglesia.
En una escena que aparece tanto en el libro como en la película, el hermano Jorge discute con uno de los grandes protagonistas Guillermo de Baskerville sobre la risa. Jorge defiende que la risa es algo prohibido. Según este, reir aleja al ser humano del miedo y sin él no sería necesaria la fe.
De manera que para la Iglesia era tan importante como crear copias de libros, guardar los ejemplares que fueran en contra de la palabra de Dios para que el pueblo continuará teniendo la necesidad de acudir a la Iglesia con ofrendas que calmaran todos sus temores.
Sin embargo, la curiosidad de los monjes más jóvenes de la abadía les llevará a la muerte. El Abad se verá obligado a pedir ayuda al conocido investigador y exinquisidor Guillermo de Baskerville quien, junto con su novicio Adso, irán descubriendo las causas de las misteriosas muertes de los monjes.
Al estilo Sherlock Holmes, el joven Adso y su maestro irán descifrando los misteriosos asesinatos hasta dar con el autor y las causas.
La fase de investigación, observación y deducción es realmente interesante. Guillermo de Baskerville pone a prueba el nivel de observación de su novicio y juntos desvelan la trama de asesinatos.
Una historia que revela las partes más oscuras de una Iglesia que lucha por mantenerse entre ignorantes. Que mata sin contemplaciones, que existe para calmar temores y que entre sus muros viven los más temerosos de los humanos. Una historia oscura tal y como la retrata a lo largo de su película el francés Jean-Jacques Annaud. Una historia que no se deja cabos sueltos.
Para aquellos a los que la Iglesia y los detalles no sean de importancia pueden conformarse con ver la película, pero se perderán la experiencia de leer al sabio Umberto Eco. Personalmente, recomendaría a todos leerse este libro, aunque se salten varias páginas de debates eclesiásticos, porque no hay nada como la belleza de podernos imaginar cada línea en nuestra mente y vivir como si fuera en primera persona una historia de hace cientos de años.
Puedes leer este texto en RadSapain.com